UN AÑO FUERA DEL AIRE

    Hace un año el mundo me volteó de cabeza. Un despido fue suficiente para poner a temblar mi mundo entero.

    13 días antes de que se decretara la pandemia en el estado, me vi rodeada de mensajes, de confusión y de mucha incertidumbre.

    Hoy, un año después, los mensajes son casi nulos, la confusión bajó considerablemente y la incertidumbre se ha convertido en mi mejor amiga.

    Un despido fue suficiente para ver mi vida de frente y sin escalas. Hay muchas lecciones aprendidas. Por ejemplo, entendí que la amistad que no se manifiesta cuando estás perdido, no existe, nunca existió. Que la lealtad que vale es la que se tiene hacia uno mismo y que obtener un trabajo deja de ser prioridad cuando lo que se busca es congruencia de ideales.

    Sí, hubo ofertas. Pero el trabajo es como una relación de pareja. Terminar un ciclo y empezar otro inmediatamente, impide revisar con calma tus fallas y aciertos y lo más seguro es que termines repitiendo la historia con diferentes nombres.

    Desechar ofertas muy tentadoras en aras de la congruencia no ha sido fácil.

    Hoy veo con más facilidad lo que me ha regalado este año sin la radio. Paz, libertad, tranquilidad, tiempo, honestidad, creatividad… en este año he vencido miedos que creía imposibles. Terminé de escribir mi libro y en breve sabrán de él, habilité mi propio espacio en la red, hay otro proyecto en gestación y he conocido el alcance de las relaciones honestas y verdaderas.

    Este escrito sólo busca agradecer a todos quienes han sostenido con sus comentarios y aliento gran parte de mis días, no ha sido fácil, mentiría si digo lo contrario. He tenido que buscar dentro del dolor, el aprendizaje que me permita seguir adelante. Pero si algo puedo agradecer es que justo en el momento en que este bicho nos cambió la vida, la mía se pausó para revalorar lo que tengo y eliminar de mi lista aquello que sólo hacía bulto, pero no aportaba nada… y en este costal van muchos nombres.

    La vida es un cúmulo de experiencias, eso es todo lo que nos llevaremos al morir. Sin duda la radio fue una de las etapas más hermosas de las que he vivido hasta hoy, pero sé que vienen otros capítulos, en otras trincheras, que me permitirán crecer y expandir mis horizontes.

    Extraño lo que fueron mis espacios, la interacción con el auditorio, a algunos de mis compañeros, las entrevistas, la adrenalina… pero hoy al ver las lecciones aprendidas, veo que todo como bien se dice, tiene un ciclo de vida y el mío terminó.

    Los seres vivos que se adaptan a las necesidades siempre cambiantes, son los que sobreviven al tiempo y a los desastres… aquí sigo en esa adaptación continua, para seguir mi camino hasta donde la vida me lleve.