MUERTO, PERO AÚN RESPIRA
Hay gente que está muriendo en vida. El virus les arrebató la
tranquilidad, pero aún respiran.
El virus ha llegado más que al cuerpo, al alma de muchas
personas, les inyectó miedo y rabia. Ahora el aislamiento está más lleno de
temor que de precaución.
La pandemia sigue, casi un año de encierro y medidas
sanitarias, y lo que vamos observando son cada vez más personas que se aíslan
por voluntad propia y dejan de disfrutar de las cosas que antes les inyectaban
energía y ganas de vivir.
¿Dónde está el límite entre ser cuidadoso y ceder terreno al
temor?
Si bien es cierto que no es lo mismo estudiar por internet que
de forma presencial, también es cierto que la actividad mental nos mantiene con
un objetivo claro por el cual luchar y seguir adelante.
Tampoco es lo mismo ir a nadar o al gimnasio, que hacer
ejercicio en la casa o trabajar en la oficina que hacerlo desde la sala.
Pero es lo que por hoy tenemos y esas actividades son las que
nos han dado sentido y nos han mantenidos sanos y ocupados, las que nos mantienen
en contacto con el resto del mundo.
Si esperamos que el mundo vuelva a ser lo que alguna vez
conocimos para retomar nuestra vida, tal vez sea demasiado tarde, pues para
entonces la ansiedad o la depresión ya nos habrán cobrado costos muy altos.
No se trata de ponernos en situación de riesgo, sino de
adaptarnos y admitir que la vida cambió y que en esta nueva realidad debemos
encontrar motivaciones que den sentido a cada día, a pesar de los problemas que
hoy enfrentamos.
A la gente que amamos podemos frecuentarla, con distancia,
viéndoles la mitad de la cara, en la cochera, de día, poco tiempo… pero verla,
escucharla, sentirla. Porque hoy esa gente que amamos está viva y nos necesita
tanto como nosotros a ella.
Además hay millones de opciones que nos ofrece la tecnología,
muchas actividades que en casa y sin un peso de inversión, podemos realizar.
Mantener la mente ocupada nos regala momentos de tranquilidad y nos motiva a
seguir adelante. Nos abre la mente y nos permite viajar sin riesgos.
Ojalá que el virus no termine por matar la alegría de vivir,
porque contra esa pandemia, la del desánimo y la paranoia, difícilmente
encontraremos una vacuna.
Nos queda la esperanza de que la vacuna alcance para todos para no caer en la depresión.
ResponderBorrarAdemás de lo que mencionas, tener una vida interior fortalecida nos ayuda mucho y valorar que tenemos personas a quienes queremos y nos quieren, también. Vivir cada día con la certeza de que llegará uno en el que podamos volver a abrazarnos y estar juntos, es una muy bonita motivación que nos mantiene alegres y con esperanza.
ResponderBorrarTe mando abrazos con cariño.
¿Dónde está el límite entre ser cuidadoso y ceder terreno al temor? Estará en la línea que los divide la de el respeto? Yo respeto el hecho que quieran usar máscara y guardar la distancia pero también respeten mi libertad y la de mi familia. A mi no me gusta vivir con miedo y aterrorizado con noticias y entidades que repiten lo que países de primer mundo sugieren clamando que son opiniones de expertos. Han tomado en cuenta las sugiere vías de otros expertos que no comparten la misma opinión? Han pensado el daño psicológico que le han causado a las nuevas generaciones de jóvenes? Y China, como le vamos a cobrar la factura por su irresponsabilidad?
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