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YO SOY LA PRIMERA QUE ME VIOLENTO

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          Ahora que se acerca el 8 de marzo, día internacional de la mujer, en medio de un clima politizado, violento, radical, donde hay quienes hacen oídos sordos y otros que aprovechan para sacar toda su furia e impotencia, creo que es válido reflexionar sobre la parte que nos corresponde a cada mujer en esta realidad.      En breve veremos inundadas las redes sociales de frases donde dirán que las mujeres somos guerreras; que nosotras sí sabemos educar y mantener a los hijos y a nuestras familias, no como los hombres que abandonan sus responsabilidades; que las mujeres conquistamos juntas cada espacio público y que iremos por más; que a esta ola nada la detendrá… frases que en muchos muros se verán muy bien, sumarán likes, pero no reflejarán necesariamente la realidad de la vida de muchas mujeres que compartirán el mensaje. Es momento de revisar por un instante nuestras propias vidas y vernos de frente.      Conmemorar a la mujer, festejarnos, debería implica hacernos responsab

UN AÑO FUERA DEL AIRE

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    Hace un año el mundo me volteó de cabeza. Un despido fue suficiente para poner a temblar mi mundo entero.      13 días antes de que se decretara la pandemia en el estado, me vi rodeada de mensajes, de confusión y de mucha incertidumbre.      Hoy, un año después, los mensajes son casi nulos, la confusión bajó considerablemente y la incertidumbre se ha convertido en mi mejor amiga.      Un despido fue suficiente para ver mi vida de frente y sin escalas. Hay muchas lecciones aprendidas. Por ejemplo, entendí que la amistad que no se manifiesta cuando estás perdido, no existe, nunca existió. Que la lealtad que vale es la que se tiene hacia uno mismo y que obtener un trabajo deja de ser prioridad cuando lo que se busca es congruencia de ideales.      Sí, hubo ofertas. Pero el trabajo es como una relación de pareja. Terminar un ciclo y empezar otro inmediatamente, impide revisar con calma tus fallas y aciertos y lo más seguro es que termines repitiendo la historia con diferentes n

¿ÉRAMOS FELICES?

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       En esta pandemia hay frases que se repiten en muchos escritos y publicaciones en redes sociales. Hay una particular que me llama la atención y que dice “Éramos felices y no lo sabíamos”.      La frase suele acompañar algún recuerdo en Facebook, la foto de la reunión, el viaje, la boda, la graduación…      Sólo leerla me resulta incómoda.      El ser humano se queja siempre, es su naturaleza. Pareciera no estar feliz con lo que tiene en el momento presente, es buscarle siempre la pieza que falta para luego justificar su cara larga y depresión.      Ignoro si es una manera de llamar la atención o lamerse las heridas, pero lo cierto es que es un escenario que no lleva a nada.      Es como escuchar a las personas hablar de que “antes era mejor” esto o aquello, la música, el cine, el baile, los jóvenes, las relaciones de pareja, los trabajos, la economía…      Aceptar la realidad es tal vez lo más doloroso que existe, no en vano hay anestesias al alcance de la mano y que

POLÍTICOS INSÍPIDOS

     El agua tiene tres características básicas: es incolora, es insípida y no tiene olor.      Transparente, sin sabor, sin olor… eso me recuerda a muchos políticos hoy en día.      A los partidos, grandes y chicos, les urgen caras nuevas, tienen prisa por llenar espacios en la boleta electoral y por cumplir la famosa cuota de género.      Este país tiene muchos partidos políticos, tantos, que uno pensaría que existen en verdad diferencias sustanciales que nos permiten elegir el que más se asemeje a nuestros ideales y aspiraciones. Pero no es así.      Hay más diferencias en un pasillo de cereales, que en las ofertas políticas en nuestro país.      Los institutos políticos tienen, es cierto, bases doctrinales diferentes, pero en la praxis todos incurren en los mismos vicios.      Hoy vemos claramente cómo muchos políticos que antes defendieron ciertos colores y propuestas políticas, al ver cerradas o limitadas sus posibilidades de acceder al poder, cambian de partido y de

COLLEGE BOARD ELECTORAL.

  No es discriminación, es selección natural. Cada semestre la Universidad de Guadalajara aplica un examen de admisión. En esta evaluación poco o nada importa cuántos amigos tiene el aspirante, sus calificaciones en el kínder o sus medallas en natación. Tampoco es relevante si el candidato a un espacio en la Universidad es hombre o mujer, si tiene dinero o no, si lo conoce mucha gente o es desconocido hasta en su familia. Al final lo único que cuenta es que los más capacitados y con las mejores habilidades tengan garantizado el asiento. La cantidad de elegidos depende de la capacidad de cada carrera, por tanto, habrá ocasiones en que gente muy capaz quede fuera porque hubo otros aspirantes que tuvieron mejor desempeño en sus evaluaciones. Cada ciclo escolar la UDG precisa que el examen no es sobre conocimientos que puedan aprenderse de memoria, sino que se trata de una evaluación que mide diferentes competencias. Ahora que estamos en época de precampañas y que los partidos está

¿Y SI POSPONEMOS LAS ELECCIONES?

Bien dicen que el sentido común, es el menos común de los sentidos. ¿Por qué seguir haciendo las cosas como antes, cuando hoy vivimos una situación extraordinaria por la pandemia? Desde hace un año las prioridades cambiaron. Hoy la urgencia la marcan el oxígeno y las vacunas. Con la mente puesta en lo que hoy es URGENTE, resulta complicado darle seguimiento a los procesos internos de los partidos o a las propuestas de los políticos. Con una economía aletargada por el virus y la afectación sufrida en los bolsillos de los ciudadanos, resulta casi un insulto ocuparse de los temas electorales y de los políticos que buscan posiciones en el gobierno. Una democracia necesita ciudadanos alertas, vigilantes, que den seguimiento a las propuestas de campaña. Hoy no se tienen las condiciones para que eso suceda y esto implica graves riesgos para la calidad de la elección que cada uno realizará el 6 de junio. Este año se realizará el proceso electoral más grande de la historia, a decir del INE. Est

SEGUIMOS AQUÍ

  Esta pandemia duele por las despedidas que cada vez son más y más cercanas. Duele por la indiferencia y negligencia de algunos y por el temor exacerbado de otros. Duele porque la vida nos cambió de repente y nos cuesta trabajo adaptarnos a una máxima de vida: la muerte nos acompaña siempre. Pero seguimos aquí. Llorando por quienes se nos adelantaron, lamentando sus ausencias, pero seguimos aquí. Seguimos vivos y sólo por eso, que ya es bastante, deberíamos honrar nuestra existencia. ¿Cuánto tiempo más estaremos aquí? No lo sabemos. ¿Será que el virus nos arrastre en esta oleada? No lo sabemos. Lo único cierto es que por hoy, por este momento, estamos vivos. Tal vez batallando por la salud, por la economía, por la falta de un trabajo o de insumos para seguir adelante. Pero mientras exista vida, hay oportunidades para encontrar la salida y seguir adelante. Hagamos que cada momento cuente. Sí, el tema de la enfermedad es muy importante y debemos cuidarnos a cada paso. Pero no